La importancia del Yodo durante el embarazo y la lactancia

Embarazo | | Brenda B. Lennox

«La deficiencia de yodo es tan fácil de prevenir que, en verdad, es un crimen permitir que un solo niño nazca incapacitado por esta razón»

– Labouisse

El éxito de un embarazo depende en gran medida de la nutrición y de nutrientes esenciales, como el yodo. Si bien una dieta mediterránea equilibrada generalmente aporta los minerales, vitaminas y otros nutrientes necesarios tanto para la madre como para el bebé, a menudo son necesarios para garantizar la ingesta diaria recomendada de yodo.

Aunque las estadísticas indican que la deficiencia de yodo no está muy extendida en España, algunos estudios revelan que solo el 42 % de las mujeres tienen suficiente yodo antes del embarazo.

Esta situación es preocupante, ya que este elemento químico desempeña un papel crucial en el crecimiento y desarrollo del bebé. Una deficiencia durante el embarazo y la lactancia puede causar daño cerebral irreversible al bebé, abortos espontáneos y muerte fetal, entre otras consecuencias.

Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), la deficiencia de yodo durante el embarazo es la causa prevenible más común de retraso mental, parálisis cerebral y retraso psicomotor.

Por otro lado, el exceso de yodo también puede causar problemas de tiroides en el bebé, así como vómitos, aumento de peso y agotamiento en la madre.

En este artículo, analizaremos la ingesta diaria mínima recomendada de yodo durante el embarazo y la lactancia, los alimentos con mayor contenido de yodo y la importancia de los suplementos.

Trastornos causados por la deficiencia de Yodo durante el embarazo y la lactancia

Consecuencias de la deficiencia de Yodo en el bebé

La deficiencia de yodo puede afectar negativamente el desarrollo cerebral y el sistema nervioso del bebé, y causar trastornos como menor perímetro cefálico, cáncer de tiroides, bocio (crecimiento anormal de la glándula tiroides) e hipotiroidismo congénito, una afección que ocurre cuando la glándula tiroides no produce suficientes hormonas tiroideas. 

Si el hipotiroidismo no se diagnostica, comenzará a ralentizarse el desarrollo del sistema nervioso del bebé y empezará a experimentar síntomas como apatía, poco apetito, problemas en la alimentación, crecimiento y peso deficientes, estreñimiento, bajo tono muscular, hernia umbilical, fontanelas de gran tamaño, piel seca, ictericia (color amarillento en piel y blanco de los ojos) y una frecuencia cardiaca baja. 

Si no se recibe tratamiento, los síntomas evolucionarán a trastornos graves que afecten al desarrollo físico y mental del bebé, como:

  • Retraso del crecimiento y desarrollo: talla y peso inferiores a lo normal (que, a su vez, lo predisponen a enfermedades y trastornos), problemas en la audición, habla y movilidad (como dificultad para caminar y alteraciones en el equilibrio).
  • Trastornos metabólicos: propensión a infecciones y enfermedades (diabetes, alta presión arterial, enfermedad cardiaca, problemas respiratorios, el síndrome metabólico o síndrome X), y dificultades para regular el sueño, el apetito, la temperatura corporal y el ritmo cardiaco.
  • Alteraciones en el sistema nervioso: debilidad muscular, falta de reflejos, convulsiones, sordera, parálisis cerebral.
  • Discapacidad intelectual: bajo coeficiente intelectual y problemas de atención, aprendizaje, memoria y razonamiento.
  • Trastornos psicológicos: problemas de conducta, emocionales y sociales, como baja autoestima, aislamiento, ansiedad y depresión.

Consecuencias de la deficiencia de Yodo en la madre

Como hemos visto, el hipotiroidismo es una afección causada por un funcionamiento deficiente de la glándula tiroides, que no produce suficientes hormonas tiroideas, unas sustancias químicas imprescindibles para regular el metabolismo. Aunque los síntomas del hipotiroidismo dependen de cada persona y de su gravedad, los más habituales son fatiga, agotamiento, ronquera, debilidad muscular, piel seca, pelo y uñas quebradizas, aumento de peso, estreñimiento, problemas digestivos, estrés y cambios de humor. 

Como muchos de estos síntomas suelen aparecer durante el embarazo, es muy importante hacerse pruebas en cuanto se detecten, para descartar que sean causados por hipotiroidismo o para recibir tratamiento en caso de que sí lo sean, ya que a los trastornos que puede causar al bebé se suman otros relacionados con el embarazo en sí, como un aumento del riesgo de anomalías en la placenta (placenta previa, desprendimiento de placenta), retraso de crecimiento del feto (que puede provocar el nacimiento prematuro, causa de mortalidad neonatal más frecuente), aborto espontáneo, muerte fetal y hemorragias posparto.

En cuanto a la embarazada, el hipotiroidismo puede provocar anemia, dolores musculares, insuficiencia cardiaca y preeclampsia, un trastorno que, a su vez, puede causar problemas graves al bebé (reducción del flujo de sangre y nutrientes a la placenta, riesgo de desprendimiento de esta o la necesidad de provocar el parto antes de la 37ª semana de gestación) y a la embarazada (náuseas y/o vómitos, mareos, pérdida de conciencia, edemas, dificultad para respirar, dolores intensos y permanentes, y alteraciones en la visión, entre otros).

Niveles adecuados de Yodo durante el embarazo y la lactancia

Las cantidades diarias recomendadas de yodo durante el embarazo y la lactancia pueden variar en función de las recomendaciones de los expertos, de las necesidades individuales y de las características del embarazo. Por lo general, se recomienda una ingesta de entre 200 y 300 microgramos diarios (μg/24h) en embarazos normales y de 300 μg/24h en las gestaciones múltiples, sin que pueda exceder de 500 μg/24h en ningún caso. 

También se recomienda que la mujer tenga un consumo equilibrado de yodo si está planificando un embarazo o hay posibilidades de quedarse embarazada, porque suelen transcurrir algunas semanas antes de que el embarazo se confirme y estas son cruciales al coincidir con las etapas iniciales del desarrollo embrionario del bebé.

Los alimentos más ricos en yodo son: sal yodada, pescados (como bacalao, caballa, salmón, merluza, sardinas), marisco (mejillones, camarones, berberechos), lácteos (leche, quesos), vegetales (alga nori deshidratada, coliflor, ajo, acelgas y judías verdes). No obstante, es de vital importancia que consultes con tu médico qué alimentos están desaconsejados durante el embarazo y la lactancia y las cantidades máximas que puedes tomar de otros. Por ejemplo, la presencia de mercurio, parásitos como el anisakis y bacterias como la Listeria monocytogenes desaconsejan que las embarazadas tomen algunas especies de pescado como emperador, atún, tiburón, caballa, bacalao, lucio, marlín, bluefish, mero, lubina, corvina, pez espada o perca (están prohibidos durante la gestación) y reducen las cantidades semanales de otros (como bacaladilla, calamar, camarón, cangrejo, carbonero, fogonero, chipirón, chirla/almeja, salmón, sardina o trucha). Si quieres saber más del tema, lee este artículo con todas las claves sobre el consumo de pescado y marisco durante el embarazo y la lactancia.

Por otro lado, aunque la sal yodada tiene 284 mcg por 100 gramos, no es conveniente tomar más de 2,5 gramos al día (otras fuentes lo elevan a 5 gramos, aunque incluyen la sal que contienen los alimentos que ingerimos), porque un consumo alto de sal puede provocar retención de líquidos y edemas, y contribuye a la aparición de la preeclampsia.

Tampoco es conveniente tomar alga nori deshidratada, pues su cantidad en yodo (2320 mcg cada 100 gramos) excede con creces de lo recomendado y puede causar trastornos graves que veremos más adelante.

Por lo general, los médicos prescriben suplementos de yodo porquue puede ser complicado conseguir la cantidad diaria recomendada para embarazadas y lactantes a través de la alimentación, por factores como la tierra y fertilizantes empleados en el cultivo de las verduras, crianza de los pescados (salvajes o acuicultura), cómo se cocinan y consumen los alimentos (crudos, cocidos, fritos, a la plancha, etc.), de la capacidad de absorción del organismo y del consumo de otros alimentos que reducen la absorción de yodo en la dieta, como algunas verduras si no se cocinan previamente, los antinutrientes (es decir, alimentos que dificultan su absorción, como los taninos, las saponinas o el ácido fítico) y otros que la bloquean (como determinados mariscos, productos lácteos, algas o alimentos fortificados).

Sin embargo, es de vital importancia que no los tomes por tu cuenta, ya que puede perjudicarte seriamente; por un lado, los suplementos de yodo interactuan con determinados medicamentos y provocan efectos secundarios, por otro, si te excedes en la dosis, puedes sufrir una intoxicación con daños severos tanto para ti como para el bebé.

Trastornos causados por el exceso de Yodo

Superar la cantidad diaria máxima de yodo durante un largo período de tiempo puede provocar intoxicación por yodo, un trastorno que, de no tratarse, puede provocar que la glándula tiroidea se vuelva hiperactiva y produzca un exceso de hormonas tiroideas (hipertiroidismo), cuyos síntomas (que varían según la gravedad) pueden incluir, entre otros, pérdida de peso inexplicable, anemia, diarrea, palpitaciones, arritmias y taquicardias, mayor sensibilidad al calor, temblores, sudoración excesiva, piel caliente, agotamiento y debilidad muscular, bocio (hinchazón en el cuello por un agrandamiento de la glándula tiroides que, a su vez, dificulta respirar y tragar), problemas de concentración y memoria, insomnio o dificultad para dormir y cambios en el estado anímico (ansiedad, irritabilidad, nerviosismo).

De no tratarse, el hipertiroidismo puede tener consecuencias significativas para el feto y para el bebé, como parto prematuro, bajo peso al nacer, un desarrollo cerebral deficiente e hipertiroidismo neonatal (cuyos síntomas incluyen taquicardias, irritabilidad, dificultad para alimentarse y bocio).

Un exceso de yodo durante la gestación también puede causar el efecto contrario, es decir, que la glándula tiroidea produzca menos hormonas dando lugar al hipotiroidismo, con todos los síntomas y trastornos que hemos visto en el epígrafe anterior, a los que pueden sumarse otros como cáncer de tiroides.

Por lo tanto, es fundamental que tomes las cantidades diarias recomendadas de yodo si estás intentando quedarte embarazada (o hay posibilidades de ello) y durante la gestación y la lactancia. Sigue una alimentación equilibrada, no tomes suplementos de yodo por tu cuenta, consulta con tu médico por si los necesitas, sigue sus recomendaciones para no quedarte corta ni excederte, y acude a él en cuanto adviertas síntomas de un defecto o exceso de este oligoelemento. No lo dejes pasar, hazlo por ti y el presente y futuro de tu bebé.

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